Por eso muchas personas regresan a sus casas, prácticamente a morir, por no tener dinero para quedarse a esperar el tratamiento correspondiente.
Algunas personas deciden quedarse en la calle, y con suerte en las salas de los hospitales, pero sin comer ni poder bañarse, muchos enfermos y familiares que los acompañan, viven enorme sufrimiento, angustia y temor al enfrentarse sin apoyo a la incertidumbre y soledad de una ciudad para muchos totalmente desconocida.